La verdad es que me ahogo sin pena,
por lo menos he resistido al engaño:
no participé de la fiesta suave, ni del aire cómplice,
ni de la noche a medias.
Muerdo todavía y aunque poco se puede ya,
mi sonrisa guarda un amor que asustaría a dios.

Susana Thénon (Fragmento de Poema)

domingo, 26 de junio de 2011

confirmación

una lágrima entre las piernas, roja
parece caer, como todo lo que gira

parece

yo la veo como si fuera de otra
incapaz de asumir la forma de la sangre

la vida y la muerte resbalando
hacia el inodoro

db

martes, 14 de junio de 2011

11

ahora
         en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

(Árbol de Diana, Poema 11. A.P.)

lunes, 6 de junio de 2011

Pasiones.

Pasiones.

Se acordó de aquellos días transcurridos en la laguna cercana a la cabaña que alquilaba, en los que la embriaguez del tiempo compartido con su abrigada soledad, le hacía pensarse en sintonía con el ritmo de la tierra. Ella/él no quiso más que prolongarse en el espaciotemporal y umbroso del suelo que pisaba, como el arroyo que larga e intermitentemente habita los senderos aledaños al cause principal del río Macho cuya fatal desembocadura rompe la aparente obediencia fémina (como si del lío del amor físico entre multitudes de machos y de hembras se tratara (como si toda esa espuma no fuera el simple preludio de la calma)).
Esa orgía invisible y heterodoxa predisponía sus sentidos en la sola dirección de la mirada. Había el mundo en los ojos sin velos, dispuestos a la cruda ferocidad de una natura liberada. Y no importaban las verdades por la civilización acumuladas (en su espalda), que acostumbraba explicarse cada noche. En el bosque se asesinaba en el sólo mordisco de la rata, del lobo, del águila. No era posible la moral del mundo humano, que él/ella  en cada célula tatuada disponía dando parte al pecado no esperado, prohibido, impensado.
Aquel recuerdo le acercó los feroces olores de la pasión. La muerte se precipitaba como hecho en el deseo oscuro y complacido del/la soñante. La calma en el mundo era la ausencia de toda pasión animalhumana. En el último suspiro advinieron como ráfagas, siglos de muertes desandadas. La suya fue el espejo en el que se miraba la enfermera, en la habitación 103 del hospital del pueblo más cercano al lugar en que la/lo encontraron, rumiando por lo bajo muchos nombres (todos los nombres) y desangrando la vida por los ojos.
db.

viernes, 3 de junio de 2011

Muerte.
Ella no pudo, no supo, no quiso. La verdad es que no lo sé y no me interesa saberlo. No me desvela indagar en sus razones, no me inquieta su dolor. Por una vez me siento (y me paro) a distancia. Puedo ver con claridad el hilo tenso que nos separa, y no hay nada que pueda hacer para evadir la situación, nada. El problema es ese, si es que tal cosa hay. No hay nada. Las palabras (¡ese hilo!) llenan el vacío, pactan el silencio, incitan a actuar.
Me dirá: actuamos todo el tiempo. Actuamos, sí. Con poses que son la cara visible de algo profundo, algo no dicho. Poses como máscaras que siguen siendo realidades. Le diré: ni eso queda. El último velo lo dejó olvidado en el salón de maquillaje, antes de su póstuma actuación, de la  gran actuación. Estuvo bien, le creí, le creímos todos. Cuando nos dimos vuelta y recorrimos el pasillo al salir del camarín, entendimos el error. La estafa. Somos culpables también. El centro de la escena no es ella, aunque eso crea todo el tiempo.
Si ahora no puede soportar las decisiones, no puede colocarse ninguna máscara -porque ninguna le cabe ya-, será momento de evitarnos. El hilo y la distancia se mantienen. Nos queda el hilo al menos. Me devolvería la fe, si tuviera la valentía de cortarlo. Esa, esa sí sería una buena actuación.
db

jueves, 2 de junio de 2011

Paloma

Paloma

En el momento en que la carne se me estremece siento traspasar toda yo entera desarticulada la ventana cerrada de mi cuarto, doliéndome las astillas clavadas en el cuerpo, hacia la luz que enceguece esa piel mía -demasiado permeable- que es el alma. Me llegó la libertad y la cárcel con tu mano. Llamaste a mis ojos insistiéndome al regreso, casi como preludio a la única migaja de felicidad nunca posible, nunca completa, nunca perfecta, porque en el mismo momento en el que explota desarma esa estúpida pretensión humana. Regresé satisfecha, relajada, a tus ojos que corrían a la par de mis espasmos. Supe que te amaba.

Y no era el sexo. Y era el sexo. Y sabía, como ahora, de la gratuidad de las cosas, de ese instante hecho sólo por nuestros deseos. Creamos sin saberlo.
db

Habla una cocinera



Calderita Barcarola
(Hilda Rais)
El fetismo no es un humanismo.
              Josep Vincent Marqués

Un huevo crudo no es un niño envuelto.
              Patrona X.Y. de Gameta

Les habla una cocinera
que como toda mujer
hubo oficios de aprender:
hortelana y niñera,
madre, nodriza, partera
y, como todas, aquí,
por las leyes maltratada,
pretendo sea respetada
nuestra forma de vivir,
por ello os he de decir:

Un Papa nos extramura,
un rey de turno obedece
y ordena a sus feligreses
ficción de ley con premura:
disfrazar la dictadura.

El marqués José Vicente
sostiene razón prudente:
fetismo no es humanismo.
Hombre que piensa lo mismo
que mujer, es un valiente.

Entonces, pues, aclaremos
esta fiera confusión
este apriete, esta opresión
por si alguna vez dudamos;
puede que sí pues estamos
en tierra tan singular
que penaliza abortar
cuando la experiencia enseña
que la mujer es la dueña
de no desear maternar.

Sueña la iglesia que sabe, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando
y a todo mundo prohibe
discutir lo que prescribe:
qué delicia es permitida,
cuál guerra es una Cruzada,
qué gente es la inadecuada y
–vaticana y protegida–
cuándo comienza la vida.

¿De qué vida conversamos?
Flores, pájaros, verduras,
animales de pastura,
son vida y no nos culpamos
cuando esa vida acabamos.

No se tome esto a broma:
una pluma no es paloma,
la semilla no es zapallo
y simiente no es caballo.

Hablemos, pues, de persona.
La idealización no evita
conocer algo profundo:
persona se es en el mundo
–aunque sea pequeñita–
si en otro cuerpo NO habita.
¿Es lo humano una ilusión,
una sombra, una ficción?
¿La raicilla, es rabanito?
¿Es la yema un pollito?
¿Tiene un huevito razón?
¿Es la masa un pan horneado?
¿Un poroto, es un guisado?
¿Es un choclo carbonada
o la aceituna empanada?
¿La escama, es un pescado?
Tanto ejemplo no es en vano,
el semen no es un enano,
el óvulo no es doncella,
cigoto no es vida bella,
EMBRION NO ES SER HUMANO.

En: Lea Fletcher, Dossier: “El aborto”, N°13, Año VII, 1994, p. 18.

miércoles, 1 de junio de 2011